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Blog sobre los dibujos del dibujante canario Álvaro Manzanero.

sábado, abril 06, 2024

 

¡Ay, Oporto!











Blog relegado a los recuerdos de viaje, al parecer.

Sexta vez en Oporto. En esta ocasión decidimos ir los dos juntos y fuera de las fechas del NosPrimavera Sound, que no nos dejaba tiempo para el descubrimiento turístico, sino para la nutrición, el descanso, y el solaz acústico.

El reencuentro con la ciudad fue un combo de sentimientos encontrados; la desaparición de hoteles, restaurantes, la remodelación de locales con sabor tradicional en otros con idéntico nombre pero apariencia impersonal (acabo de definir la gentrificación), pero al poco empezamos a hacer callo del exceso de turismo, a reirnos de las colas para entrar en la librería Lello y a ver que en el intervalo habían introducido alguna mejora: el alquiler y la apertura de una filmoteca en un antiguo cine, la remodelación con un gusto exquisito del vetusto y decadente hotel donde nos habíamos alojado en la primera visita juntos, allá por el 2009…

El cáncer del capitalismo desmesurado sigue fagocitando a la humanidad, y ese debiera haber sido un mal sabor de boca persistente en todo el viaje, pero ocurrió justo al contrario, viví el presente, desconecté de mi trabajo, descubrí nuevas calles, recorridos, interiores y soñé, a pesar de que a mi edad, muchas de las fantasías que provenían de esos estímulos me están ya vedadas.

Nos sentamos en cafés desconocidos y en alguna cervecería, donde no paré de dibujar, luchando con la merma de psicomotricidad que te resta el alcohol a cada cerveza. En una pedí la novena pinta que estaba en lista en la pizarra, y me indicaron que las 8 segundas las tenían en la parte de atrás. ¡Había olvidado que muchísimas casas en Oporto tienen una estrecha fachada, debido a que el coste de construcción se elevaba con la anchura de esta y un fondo de nada menos que 20 metros! Así es que pasé la pieza tras la barra, subí por una empedrada escalera de caracol, desfilé junto a una barbacoa, de donde saldría la hamburguesa más rica que he probado nunca, y accedí a dos grandes rectángulos en planta, uno de ellos techado y otro no, pero ambos con mesas cerveceras y rodeados de vegetación, algarabía local y otra además con otra barra con las birras por localizar.

. ¡Nada que me gusté más que los laberintos y recovecos y si se abren al final, ni te cuento!

Por si alguien quiere cotillear las fotos, están aquí. Al abrirlas se despliega una descripción.