Sol en Las Canteras.

Hoy he ido a dibujar. He querido hacerlo todo el día, sin prisas para terminar, ni horarios impuestos. He cogido abrigo, dinero, la toalla y el bañador, y he pasado antes por el baño. Me ha faltado tan sólo ponerme crema solar. No quería que nada me obligara a volver antes a casa sin yo querer.
Es una persecución eterna, como la de conocer la propia lengua. El objetivo es malear la realidad como plastilina, ser un dios de tus cosas. Pero se escapa, y cada pequeño logro descubre un nuevo fleco que investigar.
Hoy he aprendido cosas tan marcianas para los que no dibujan como la forma de la bragueta y su abertura a la derecha, ya que la mayor parte somos diestros. Otras como que el dorso de la mano que avanza aparece más enfrentado en el alzado de una figura caminando cuando esta nos da la cara que cuando está en reposo.
No he parado de ver de dónde parten las arrugas de cada tipo de pantalón, y he maldecido la velocidad de los transeúntes, así como me he acordado de Muybridge y su fusil cronofotográfico.
Me he preguntado por qué los pantalones se estrechan en la rodilla, vistos de frente, y sobre todo, a dejar de cuestionarme todas estas cosas cuando construyo un personaje y éste queda mal. Lo armas por partes, lo ves tantísimo y aún está mal...Entonces sólo queda mirarlo, como si nunca lo hubiera visto y atacarlo globalmente y con sentido común. Como si me hubiera ido al baño y ahora regresara. ¿Qué parece que esté haciendo? ¿Se cae? ¿Camina demasiado rápido? ¿Qué tipo de chaqueta parece llevar?
Aún soy incapaz de situar correctamente la cintura y la cruz de los pantalones de todo jubilado que se precie y los use de cincha para impedir el desbordamiento de su creciente barrigón. No creas, pero eso jode.