Castelo Branco.
De camino al Alentejo pasamos por Castelo Branco, un pueblo portugués. El calor era sofocante y sólo al caer la tarde, en la terraza de la plaza principal corría una ansiada brisa. Era, como bien sabían los lugareños, el momento de tomarse una cerveza negra y unos caracoles y ser muy, muy feliz si te llamas Álvaro.
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