miércoles, septiembre 18, 2024
miércoles, agosto 28, 2024
De nuevo otra entrada relativa a los desplazamientos estivales, pero en breve pondré un nuevo cómic de 5 páginas.
En esta ocasión los trabajos forzados del tribunal de oposición nos llevaron a una recompensa en condiciones: pasar por Suiza, un país en principio prohibitivo, y al final también. Buscando el frío fuimos a centroeuropa, craso error.
Empezamos en Alemania recuperando, del fondo de mi memoria, las palabras aparcadas desde la época del cole.
Pasamos luego a Suiza donde se nos escurría el dinero entre los dedos, como agua,, y yo sólo pensaba “Esta compra en el super se acaba de llevar el jornal de tres días de trabajo. El agua, más que potable, deliciosa, se podía beber de cualquier fuente, lago o manantial. Las cervezas sin alcohol tenían sabor y no veías un sólo papel en el suelo. Mucho nos quejamos de los precios y soñaba con el día en que cruzaríamos la frontera para volver un año más a Francia, donde nuestros euros volverían a tener valor. No sólo no ocurrió, sino que primó la sensación de que el nuevo lugar tenía carácter latino y, como si se tratara de una antigua novia, no dejé de traer a colación continuamente las bondades helvéticas: sus transportes puntuales y modernos, la calidad de los dulces, sus paisajes inmaculados sin rastro de basura.
Paseando por estos países me di cuenta de que los dibujantes franceses no habían inventado nada. Esos extraños rostros están por todos lados, yo mismo los hubiera dibujado de memoria de haberme criado allí. Esas narices rojas, esos ojos vidriosos. De pequeño observaba un extraño árbol con textura de camuflaje...como una curiosidad de los autores francobelgas, sin detenerme a pensar que es el árbol más común que tienen.
Un resumen fotográfico de lo acontecido aquí. Si abres cada foto encontrarás un comentario.
sábado, abril 06, 2024
¡Ay, Oporto!
Blog relegado a los recuerdos de viaje, al parecer.
Sexta vez en Oporto. En esta ocasión decidimos ir los dos juntos y fuera de las fechas del NosPrimavera Sound, que no nos dejaba tiempo para el descubrimiento turístico, sino para la nutrición, el descanso, y el solaz acústico.
El reencuentro con la ciudad fue un combo de sentimientos encontrados; la desaparición de hoteles, restaurantes, la remodelación de locales con sabor tradicional en otros con idéntico nombre pero apariencia impersonal (acabo de definir la gentrificación), pero al poco empezamos a hacer callo del exceso de turismo, a reirnos de las colas para entrar en la librería Lello y a ver que en el intervalo habían introducido alguna mejora: el alquiler y la apertura de una filmoteca en un antiguo cine, la remodelación con un gusto exquisito del vetusto y decadente hotel donde nos habíamos alojado en la primera visita juntos, allá por el 2009…
El cáncer del capitalismo desmesurado sigue fagocitando a la humanidad, y ese debiera haber sido un mal sabor de boca persistente en todo el viaje, pero ocurrió justo al contrario, viví el presente, desconecté de mi trabajo, descubrí nuevas calles, recorridos, interiores y soñé, a pesar de que a mi edad, muchas de las fantasías que provenían de esos estímulos me están ya vedadas.
Nos sentamos en cafés desconocidos y en alguna cervecería, donde no paré de dibujar, luchando con la merma de psicomotricidad que te resta el alcohol a cada cerveza. En una pedí la novena pinta que estaba en lista en la pizarra, y me indicaron que las 8 segundas las tenían en la parte de atrás. ¡Había olvidado que muchísimas casas en Oporto tienen una estrecha fachada, debido a que el coste de construcción se elevaba con la anchura de esta y un fondo de nada menos que 20 metros! Así es que pasé la pieza tras la barra, subí por una empedrada escalera de caracol, desfilé junto a una barbacoa, de donde saldría la hamburguesa más rica que he probado nunca, y accedí a dos grandes rectángulos en planta, uno de ellos techado y otro no, pero ambos con mesas cerveceras y rodeados de vegetación, algarabía local y otra además con otra barra con las birras por localizar.
. ¡Nada que me gusté más que los laberintos y recovecos y si se abren al final, ni te cuento!
Por si alguien quiere cotillear las fotos, están aquí. Al abrirlas se despliega una descripción.
martes, septiembre 05, 2023
sábado, agosto 05, 2023
Por fin Asia
Curiosidades que uno nota cuando pisa
por primera vez Asia:
-No conducen
nada mal. No están nunca a punto de chocar, es como si estuviesen todos
sumergidos en una gelatina que avanza conjuntamente. Jamás se detienen del
todo. Si vas a pasar por un paso de peatones no se van a parar a no ser que te
tires prácticamente encima. Normalmente al ellos no aminorar la velocidad tú no
te arrojarás delante de ellos sino que esperarás a que pasen. Pero si te
arrojas procurarán sortearte, que no detenerse.
-No hay prácticamente
aceras. Los negocios parecen prolongarse hasta las aceras, los coches y motos
aparcan oblicuamente sobre ellas y no hay arcenes, pero tampoco les molesta que
vayas por la calzada, te sortean y ya está. Nadie pita, salvo los tuk tukers
para que cojas su vehículo.
-Nunca verás
una unidad de algo, si ves un papel higiénico, verás 200 junto a ese, si un
tractor, tres docenas pegados. ¿Un monje de escayola? 40 más.
-Desayunan
también la misma comida que al mediodía y por la noche.
-Por suerte,
las cocinas permanecen abiertas todo el día, con lo cual no tienes que
preocuparte por la hora a que almuerzas: puedes desayunar a las 10 y almorzar a
las 18 h, y si te queda un huequillo pegarte un mango shake sobre las 22 h y al
sobre.
-No tienen
ni puta de inglés.
-Se manejan
con el regateo, que no mola nada, y menos si tienes prisa. Por eso los grabs
(el Über de Asia) arrasan; son baratos y sabes exactamente cuánto te van a
salir.
-Los taxis
pillados con el brazo en alto en plena calle sí suelen poner el taxímetro y es
realmente barato.
-Cuidado con
el timo de “I am a teacher”. Se presentan por la calle haciéndose pasar por una persona de fiar
suplantando a un profesor-alguien culto, con otros intereses y la vida ya
solucionada-, te preguntan dónde tienes pensado ir y te mandan a un tuk tuker más caro o a una entrada de precio menos
ventajoso de una atracción turística.
-Las casas
están todas abiertas, incluso el negocio es normalmente la casa, que después de
una hora les da de comer a los hijos delante de ti. En una puerta de 3x2m y
habitación/casa abierta de metro y medio de profundidad he llegado a ver a dos
chicas en bata una sobre la otra en el mismo sillón viendo la tele, una de
ellas con mascarilla facial.
-El
despatarre es total y universal. Pueden ponerse cómodos en el suelo, en un
banco, en una hamaca en el tuk tuk , de las formas más retorcidas e
insospechadas.
-El calor
puede ser agobiante, pero no se suda mucho y sin embargo no se mea por la
evaporación del agua corporal y lo que sí que no es es constante, depende de
las horas del día, de que haga sol o no, viento, y sobre todo de dónde estés ya
que todo negocio, guagua, coche, etc, tiene aire acondicionado. A veces lo peor
es readaptarse al calor ambiental tras salir de uno de estos sitios, pero
tampoco se tarda más allá de 30”.
-No hay
peligro alguno vayas donde vayas, no he visto gente más amigable y pacífica.
-Los guías
acaban todos su pequeña píldora narrativa diciendo “yeah, the …(tema del que
trataba). Así es que si iba sobre el cuerpo de Buda dirán al final: “Yeah, the
body”, y no veas cómo te quedas.
-El café
está buenísimo en cualquier sitio.
-Los
plátanos son pequeños y no saben a nada.
-Los
billetes en Camboya son una puta locura: les das dólares y te devuelven el
grueso en dólares y la minucia o quincalla en rieles, cuyo valor es escaso pero
su número brutal. Estarás completamente engañado si con 6 billetes de 20000
rieles crees que tienes una fortuna. Date por contento si te vale para pagar
una comida.
-No hay
contenedores de basura en Tailandia. Consecuencia: Hay ratas en Tailandia.
Consecuencia: Hay gatos en Tailandia. Entre las 7 y las 8 y pico de la noche te
puedes encontrar con dos, tres, merodeando en la basura. No es que las veas
frecuentemente pero la situación se presta.
-Los monjes no deben tener bienes materiales, con lo que te encuentras kits de ofrenda de los fieles para ellos. Estos pueden consistir en cepillo de dientes, dentífrico, un peine y una lata de Pepsi-cola.
-Los
negocios más boyantes son casa de masajes y clubes de marihuana.
Dicho esto, el que quiera que pase a ver las fotos.