lunes, mayo 05, 2025
sábado, marzo 08, 2025
Le tocó a Amberes y Lille.
Nos quedaba por ver Amberes. Entendí por qué llamaban a Bruselas el París de los pobres. La reconocí en este segundo viaje como una pequeña ciudad de juguete, no exenta de gracia e interés, pero con unas limitaciones evidentes.
Amberes, por contra, se nos apareció inmensa (casi 3 veces la población de la capital de Bélgica), preciosa y ahíta de posibilidades. Una de las conclusiones es que los lugares canallas -cervecerías sobre todo-tienen el punto justo de vejez sin llegar a la cochambre: los muebles son antiguos y repintados, pero tienen rasguños derivados del uso, todo parece auténtico, no como aquí que vacían el interior de las casas manteniendo la fachada y haciéndola irreconocible e intercambiable por cualquiera otra.
Hay rango de precios para no gastar en exceso y el alojamiento de paso se ha vuelto, curiosamente, más barato que en España.
Otra sorpresa, si cabe mayor, fue Lille. A pesar de la huelga de trenes nos desplazamos cómodamente y sin percances hasta la ciudad francesa.
Allí vimos una fanfarria callejera con la que, una vez más, (siempre me sucede igual) se me desataron las ganas de llorar por la emoción a flor de piel. Paseamos, pateamos, fantaseamos con acabar nuestros días allí y volví a pensar que no idealizaba nada, que la vida allí sería simplemente perfecta.
Este dibujo es de una cervecería molona de esas de las que hablaba, aunque no la mejor.
Las fotos, comentadas como siempre, aquí.
sábado, enero 11, 2025
A Portugal por Extremadura.
Un año más en Portugal, pero por primera vez en Extremadura.
La idea era huir de la olla a presión que ha acabado siendo mi isla, aún peor en estas fechas : colas navideñas para comprar, tumultos en las calles, codazos, virajes para evitar a otros transeúntes e imposición de su ritmo de avance, ruido y tráfico por todos lados, coches sobre las aceras y pasos de peatones, gorritos de Papá Noel hasta en los perros, repetición de los villancicos y de las mismas frases sin sentido. Con ese objeto volamos a Madrid y de ahí cogimos un coche a Cáceres.
Frío de verdad-sobre los cero grados-árboles que respetan las estaciones dejando caer su hoja o tiñiendo sus copas del color del invierno y una densidad de 1 gorro del puto Papá Noel por cada 500 habitantes. Bien, podemos empezar a hablar. Fue un auténtico descubrimiento. La comida exquisita, - aunque no convenga abusar de ella-la gente comunicativa y transparente. Es cierto que hay algo de gris en aquellas ciudades de ciudadanos uniformados con su desaturación cromática y con el envaramiento corporal, así como en la vida alrededor de sus iglesias, pero bueno, no se puede tener todo.
El paso a Portugal me provocó una lágrima real al regresar a la tierra prometida, a la que por afinidad debiera pertenecer.
Las fotos, comentadas, aquí.
miércoles, septiembre 18, 2024
miércoles, agosto 28, 2024
De nuevo otra entrada relativa a los desplazamientos estivales, pero en breve pondré un nuevo cómic de 5 páginas.
En esta ocasión los trabajos forzados del tribunal de oposición nos llevaron a una recompensa en condiciones: pasar por Suiza, un país en principio prohibitivo, y al final también. Buscando el frío fuimos a centroeuropa, craso error.
Empezamos en Alemania recuperando, del fondo de mi memoria, las palabras aparcadas desde la época del cole.
Pasamos luego a Suiza donde se nos escurría el dinero entre los dedos, como agua,, y yo sólo pensaba “Esta compra en el super se acaba de llevar el jornal de tres días de trabajo. El agua, más que potable, deliciosa, se podía beber de cualquier fuente, lago o manantial. Las cervezas sin alcohol tenían sabor y no veías un sólo papel en el suelo. Mucho nos quejamos de los precios y soñaba con el día en que cruzaríamos la frontera para volver un año más a Francia, donde nuestros euros volverían a tener valor. No sólo no ocurrió, sino que primó la sensación de que el nuevo lugar tenía carácter latino y, como si se tratara de una antigua novia, no dejé de traer a colación continuamente las bondades helvéticas: sus transportes puntuales y modernos, la calidad de los dulces, sus paisajes inmaculados sin rastro de basura.
Paseando por estos países me di cuenta de que los dibujantes franceses no habían inventado nada. Esos extraños rostros están por todos lados, yo mismo los hubiera dibujado de memoria de haberme criado allí. Esas narices rojas, esos ojos vidriosos. De pequeño observaba un extraño árbol con textura de camuflaje...como una curiosidad de los autores francobelgas, sin detenerme a pensar que es el árbol más común que tienen.
Un resumen fotográfico de lo acontecido aquí. Si abres cada foto encontrarás un comentario.
sábado, abril 06, 2024
¡Ay, Oporto!
Blog relegado a los recuerdos de viaje, al parecer.
Sexta vez en Oporto. En esta ocasión decidimos ir los dos juntos y fuera de las fechas del NosPrimavera Sound, que no nos dejaba tiempo para el descubrimiento turístico, sino para la nutrición, el descanso, y el solaz acústico.
El reencuentro con la ciudad fue un combo de sentimientos encontrados; la desaparición de hoteles, restaurantes, la remodelación de locales con sabor tradicional en otros con idéntico nombre pero apariencia impersonal (acabo de definir la gentrificación), pero al poco empezamos a hacer callo del exceso de turismo, a reirnos de las colas para entrar en la librería Lello y a ver que en el intervalo habían introducido alguna mejora: el alquiler y la apertura de una filmoteca en un antiguo cine, la remodelación con un gusto exquisito del vetusto y decadente hotel donde nos habíamos alojado en la primera visita juntos, allá por el 2009…
El cáncer del capitalismo desmesurado sigue fagocitando a la humanidad, y ese debiera haber sido un mal sabor de boca persistente en todo el viaje, pero ocurrió justo al contrario, viví el presente, desconecté de mi trabajo, descubrí nuevas calles, recorridos, interiores y soñé, a pesar de que a mi edad, muchas de las fantasías que provenían de esos estímulos me están ya vedadas.
Nos sentamos en cafés desconocidos y en alguna cervecería, donde no paré de dibujar, luchando con la merma de psicomotricidad que te resta el alcohol a cada cerveza. En una pedí la novena pinta que estaba en lista en la pizarra, y me indicaron que las 8 segundas las tenían en la parte de atrás. ¡Había olvidado que muchísimas casas en Oporto tienen una estrecha fachada, debido a que el coste de construcción se elevaba con la anchura de esta y un fondo de nada menos que 20 metros! Así es que pasé la pieza tras la barra, subí por una empedrada escalera de caracol, desfilé junto a una barbacoa, de donde saldría la hamburguesa más rica que he probado nunca, y accedí a dos grandes rectángulos en planta, uno de ellos techado y otro no, pero ambos con mesas cerveceras y rodeados de vegetación, algarabía local y otra además con otra barra con las birras por localizar.
. ¡Nada que me gusté más que los laberintos y recovecos y si se abren al final, ni te cuento!
Por si alguien quiere cotillear las fotos, están aquí. Al abrirlas se despliega una descripción.