Curiosidades que uno nota cuando pisa
por primera vez Asia:
-No conducen
nada mal. No están nunca a punto de chocar, es como si estuviesen todos
sumergidos en una gelatina que avanza conjuntamente. Jamás se detienen del
todo. Si vas a pasar por un paso de peatones no se van a parar a no ser que te
tires prácticamente encima. Normalmente al ellos no aminorar la velocidad tú no
te arrojarás delante de ellos sino que esperarás a que pasen. Pero si te
arrojas procurarán sortearte, que no detenerse.
-No hay prácticamente
aceras. Los negocios parecen prolongarse hasta las aceras, los coches y motos
aparcan oblicuamente sobre ellas y no hay arcenes, pero tampoco les molesta que
vayas por la calzada, te sortean y ya está. Nadie pita, salvo los tuk tukers
para que cojas su vehículo.
-Nunca verás
una unidad de algo, si ves un papel higiénico, verás 200 junto a ese, si un
tractor, tres docenas pegados. ¿Un monje de escayola? 40 más.
-Desayunan
también la misma comida que al mediodía y por la noche.
-Por suerte,
las cocinas permanecen abiertas todo el día, con lo cual no tienes que
preocuparte por la hora a que almuerzas: puedes desayunar a las 10 y almorzar a
las 18 h, y si te queda un huequillo pegarte un mango shake sobre las 22 h y al
sobre.
-No tienen
ni puta de inglés.
-Se manejan
con el regateo, que no mola nada, y menos si tienes prisa. Por eso los grabs
(el Über de Asia) arrasan; son baratos y sabes exactamente cuánto te van a
salir.
-Los taxis
pillados con el brazo en alto en plena calle sí suelen poner el taxímetro y es
realmente barato.
-Cuidado con
el timo de “I am a teacher”. Se presentan por la calle haciéndose pasar por una persona de fiar
suplantando a un profesor-alguien culto, con otros intereses y la vida ya
solucionada-, te preguntan dónde tienes pensado ir y te mandan a un tuk tuker más caro o a una entrada de precio menos
ventajoso de una atracción turística.
-Las casas
están todas abiertas, incluso el negocio es normalmente la casa, que después de
una hora les da de comer a los hijos delante de ti. En una puerta de 3x2m y
habitación/casa abierta de metro y medio de profundidad he llegado a ver a dos
chicas en bata una sobre la otra en el mismo sillón viendo la tele, una de
ellas con mascarilla facial.
-El
despatarre es total y universal. Pueden ponerse cómodos en el suelo, en un
banco, en una hamaca en el tuk tuk , de las formas más retorcidas e
insospechadas.
-El calor
puede ser agobiante, pero no se suda mucho y sin embargo no se mea por la
evaporación del agua corporal y lo que sí que no es es constante, depende de
las horas del día, de que haga sol o no, viento, y sobre todo de dónde estés ya
que todo negocio, guagua, coche, etc, tiene aire acondicionado. A veces lo peor
es readaptarse al calor ambiental tras salir de uno de estos sitios, pero
tampoco se tarda más allá de 30”.
-No hay
peligro alguno vayas donde vayas, no he visto gente más amigable y pacífica.
-Los guías
acaban todos su pequeña píldora narrativa diciendo “yeah, the …(tema del que
trataba). Así es que si iba sobre el cuerpo de Buda dirán al final: “Yeah, the
body”, y no veas cómo te quedas.
-El café
está buenísimo en cualquier sitio.
-Los
plátanos son pequeños y no saben a nada.
-Los
billetes en Camboya son una puta locura: les das dólares y te devuelven el
grueso en dólares y la minucia o quincalla en rieles, cuyo valor es escaso pero
su número brutal. Estarás completamente engañado si con 6 billetes de 20000
rieles crees que tienes una fortuna. Date por contento si te vale para pagar
una comida.
-No hay
contenedores de basura en Tailandia. Consecuencia: Hay ratas en Tailandia.
Consecuencia: Hay gatos en Tailandia. Entre las 7 y las 8 y pico de la noche te
puedes encontrar con dos, tres, merodeando en la basura. No es que las veas
frecuentemente pero la situación se presta.
-Los monjes
no deben tener bienes materiales, con lo que te encuentras kits de ofrenda de
los fieles para ellos. Estos pueden consistir en cepillo de dientes,
dentífrico, un peine y una lata de Pepsi-cola.
-Los
negocios más boyantes son casa de masajes y clubes de marihuana.
Dicho esto,
el que quiera que pase a ver las fotos.